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UN SI Y UN NO PARA EL FINAL DE UNA ERA

  • Foto del escritor: Diego Mauricio Rosero Burbano
    Diego Mauricio Rosero Burbano
  • 30 sept
  • 3 Min. de lectura
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Queridos amigos y lectores del glamour urbano de mi blog en Modo Moda, hoy escribo más que nunca con una necesidad imperante de compartir con ustedes un poco dividido entre nostalgia y resignación.

Como quien contempla el último desfile de una casa de moda icónica antes de cerrar sus puertas para siempre, me encuentro procesando el final de “And Just Like That”, esa audaz continuación que nos prometió revivir la magia de cuatro mujeres extraordinarias navegando por las aguas turbulentas del amor, la amistad, los zapatos y la ropa de diseñador.

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Antes de continuar quiero contarles que uno de mis más amados proyectos en este mundo de la moda se llama CIEL, si,  cielo en francés y su nombre fué inspirado en el icónico episodio en que Carrie Bradshaw entra al closet del pent house que van a comprar con Mr Big y dice: Qué es esto, acaso estoy en el “Cielo de los bienes raices”?.Para mi ese fue un momento muy inspirador y quicimos recrear esa sensacion de estar en un “Cielo” pero en este caso en un “Cielo de la Moda”, de eso ya han transcurrido 10 años.

 

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Y aquí estoy escribiéndo este post, con un SÍ rotundo acerca de “Just Like That” y un NO que se resiste a aceptar la realidad.

 


El SÍ que me quema por dentro… Sí, me hizo falta Samantha Jones como me hace falta un buen vintage de Chanel en un armario.

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Su ausencia fue demasiado evidente Kim Cattrall, la suma  sacerdotisa del empoderamiento sexual, esa mujer que enseñó dudante dècadas que el deseo no tiene fecha de caducidad, brilló por su ausencia como un diamante perdido en la oscuridad.

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Samantha era el condimento picante en esta receta de mediana edad privilegiada. Sin ella, las conversaciones perdieron esa chispa irreverente, esa capacidad de shock que hacía escupir el cosmopolitan de la risa.

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Las otras tres navegaron valientemente por sus crisis existenciales de los cincuenta y tantos, pero flotaba en el aire esa pregunta incómoda: ¿Qué habría dicho Samantha sobre todo esto?


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Porque seamos honestos: Samantha habría tenido algo devastadoramente ingenioso que decir sobre cada situación. Habría sido el antídoto perfecto contra la solemnidad a veces asfixiante de estas mujeres redescubriéndose a sí mismas en una era post-pandémica. Su risa habría cortado como una navaja Hermès la tensión de ciertos momentos demasiado melodramáticos, así de sencillo.


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El NO que se me atraganta… No, no estaba preparado para que terminara.


Como un creador, productor, comuicador y adicto a la moda que se niega a aceptar que ya no puede hacer “Nuevas Entradas” en su closet, yo me aferro a estos personajes que han sido compañeras de vida, íconos, estilos y arquetipos de moda desde que el mundo era más simple y los smartphones no existían.

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No estaba listo para despedirme de Carrie y sus neurosis existenciales, de Charlotte y su perfección aspiracional ligeramente neurótica, de Miranda y sus crisis de identidad a los cincuenta y tantos. Estas mujeres han sido unos íconos generacionesles, una compañía en madrugadas de insomnio, un consuelo en rupturas amorosas, una inspiración cuando su público femenino necesitaba recordar que ser mujer después de los cuarenta no es el fin del mundo, sino apenas un nuevo comienzo.


El final llegó como esas tendencias que desaparecen cuando apenas comenzábamos a dominarlas, como un golpe seco, elegante pero doloroso. Como salir de un bar después de una noche épica de rumba… un alivio mezclado con melancolía.


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Al final, entiendo que todas las series, como todas las tendencias, tienen su momento de gloria y su inevitable ocaso. “And Just Like That” nos regaló la oportunidad de reencontrarnos con viejas amigas, aunque fuera por un tiempo limitado y con algunos huecos en el reparto.Nos enseñó que la madurez puede ser tan sexy como la juventud, que reinventarse no es opcional sino necesario, y que la amistad sigue siendo el accesorio más poderoso en el arsenal de cualquier mujer.

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Así que alzo mi copa (probablemente de champagne, porque el momento lo amerita) por este final agridulce. Por los sí y los no que nos definen. Por Samantha, presente en su ausencia y por las eternas mujeres que siguen creyendo en el poder transformador de un buen par de zapatos, un buen look y sus mejores amigas.

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Brindo también por la despedida de Carrie diciendo: “La mujer se dio cuenta que no estaba sola, estaba consigo misma” y siemplemente disfrutó, caminó, bailó y salió de escena con la emblematica canción de Barry White “ You´re The First, The Last, My Everything”


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Hoy me extendí un poco y quiero confesarles que estoy escribiendo desde mi oficina, desde mi escritorio, con los ojos ligeramente húmedos y el corazón lleno de gratitud fashionista. Gracias Carrie… Más perfecta no pudiste haber sido, Ciao bella.




 
 
 

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